Fecoht Informa

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03 septiembre 2010

Reflexiones

Recientemente, en mi blog, un lector, funcionario, venía a decir que, tras los ataques sufridos por los empleados públicos con motivo de la Huelga del 8-J, el resto de los trabajadores se iban a enterar porque los funcionarios no irán a la Huelga General del 29-S.

El 9-J, un periódico recogía la opinión de una madre, a la puerta de un colegio en huelga. Poco más o menos venía a decir que ella llevaba dos años en paro, mientras su amiga funcionaria “se lo lleva crudo”.

Un trabajador prejubilado, de una gran empresa, vecino de toda la vida, afiliado a un sindicato, pongamos al nuestro, opina que los males que vivimos proceden de una inmigración desbocada, que ha venido a ocupar nuestros puestos de trabajo.
Un amigo que llega tarde al trabajo, uno de esos días de huelga de Metro sin servicios mínimos (amigo, reitero), opina que si hay recortes para todos, por qué no para los de METRO y, además, es inaceptable que una huelga impida el ejercicio de su derecho constitucional al trabajo.
No son opiniones de los bien pagados tertulianos de Telemadrid, o de otras cadenas similares. Son las de amigos, vecinos, afiliados. Opinión pública que debería hacer reflexionar a cualquiera.

No es toda la opinión pública, pero sí muy generalizada. No es uniforme, pero sí muy general.
Es la opinión que se ha ido generando durante años y años en los que las fracturas, no sólo la dualidad, entre los trabajadores, se ha ido agudizando. Funcionarios de carrera versus funcionarios interinos. Funcionarios versus trabajadores de empresas públicas. Trabajadores municipales versus trabajadores de la Comunidad Autónoma o de la Administración Central del Estado. Empleados públicos versus empleados del sector privado. Trabajadores de la industria versus trabajadores de los servicios. Empleados públicos, versus trabajadores en servicios públicos privatizados.

Mujeres frente a hombres, jóvenes frente a adultos. Inmigrantes frente a autóctonos. Temporales frente a fijos. Dualidad no, fractura en toda regla. Individualismo, frente a sentido de pertenencia.

Y en esto llegó la crisis y mandó parar. Una crisis de origen financiero, larga, dura para muchas familias trabajadores. En esto, los causantes de la crisis decidieron acosar a los gobiernos, cargar la crisis sobre los trabajadores, forzando reformas, no para afrontar las causas del desorden y la crisis, sino para recomponer beneficios a toda costa. Cambiar cosas para que nada cambie.
Llegó un Plan de Austeridad que recortó 50.000 millones en los Presupuestos del Estado hasta 2013. Pero el acoso de “los mercados” no terminó. Y llegó el Plan de Ajuste, acelerando la austeridad, actuando sólo sobre el gasto público, las inversiones públicas, los salarios públicos y los pensionistas. 15.000 millones menos este año.

El problema es nuestro sistema financiero y nuestro sistema fiscal, pero lo que se reforma es nuestro mercado laboral, para precarizarlo y temporalizar aún más.Pero vendrán más reformas, las anuncian, las explican, las exigen. Reformas de las pensiones, reformas de las prestaciones por desempleo, eliminación de los 426 euros para los parados que han perdido todo tipo de prestación. Gota a gota, como lluvia fina van calado, van colando ideas como el copago sanitario, o la privatización de las pocas empresas públicas existentes.

La crisis es dura, larga. Los mercados son fuertes. Sus medios muy poderosos. El miedo es libre. La fractura es una realidad que no podemos obviar. Pero los trabajadores somos muchos. Nos organizamos en sindicatos. Nos gusta la libertad. Nos indignan las imposiciones. Estamos dispuestos a hacer sacrificios, pero equilibrados, compartidos, acordados.
No sólo de una parte.

No siempre de los mismos. Por eso, libremente, uno a uno, una a una, sintiéndonos parte de un mismo proyecto colectivo, de clase, vamos a exigir una salida justa, social y solidaria a la crisis.

El 29 de Septiembre, Yo voy a la Huelga General.

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